Doha, 6 dic (EFE).- Tal y como sucedió aquél primero de julio de hace cuatro años en el estadio Nizhni Novgorod, un héroe emergió desde el arco de Croacia, en una situación límite, con el equipo en el alambre pendiente del acierto y del azar y de la inspiración de Danijel Subasic.
Igual que ocurre ahora pasaba desapercibida la cuestión de la portería en un equipo nacional plagado de talento, configurada con una de las mejores camadas de su historia y destinada a un papel llamativo en Rusia 2018.
Subasic, entonces con 34 años, asentado en el Mónaco donde acababa de completar su séptima campaña, se había hecho fuerte en la meta de un plantel con buena pinta que ya lideraba Luka Modric y que rebosaba calidad con futbolistas reputados en las grandes ligas como Ivan Rakitic, Mario Mandzukic, Ivan Perisic o Sime Vrsaljko.
No olvida Subasic, ahora metido a comentarista mientras da sus últimos coletazos como profesional en el Hajduk Split, donde ha regresado después de una temporada retirado, sin contrato, a la vuelta de Francia, aquella tarde en la que se vistió de héroe.
Croacia había superado con soltura la fase de grupos. Invicta, como primera por delante de Argentina, y se topó con Dinamarca en octavos. Acabó con empate a un gol el partido en el que se adelantó el conjunto danés con el tanto de Mathias Jorgensen al minuto de juego y que respondió Mandzukic cuatro después.
De ahí, a los penaltis. Y emergió Subasic que detuvo tres. A Christian Eriksen, a Lasse Schone y a Nicolai Jorgensen. El equipo balcánico se clasificó, avanzó a cuartos, donde superó, también desde los once metros al anfitrión, Rusia, y después a Inglaterra en la prórroga hasta llegar a la final.
La historia se repitió. El estadio de Al Janoub de Al Wakrah contempló una de esas coincidencias que a veces suceden en la vida. Octavos de final de un Campeonato del Mundo, con Croacia sobre el césped. El mismo tramo, el mismo marcador, el mismo desenlace. Y un nuevo protagonista.
Igual que Subasic, Dominik Livakovic también es de Zadar, donde nació hace veintisiete años. Actual meta del Dinamo Zagreb, su único club, soñó seguramente en erigirse en héroe en una situación similar.
Entonces, hace cuatro años, Livakovic contempló desde el centro del campo el desempeño de su compañero. Abrazado al resto del plantel, mientras imploraba al cielo, no hizo más que contemplar cada lanzamiento. Era entonces, en Rusia 2018, el tercer portero de la selección, por detrás de Subasic y también de Lovre Kalinic, meta del Aston Villa. Nada más que un testigo de excepción.
Ahora, erigido en titular, Dominik Livakovic ha disfrutado de su particular protagonismo. También en octavos de final, con Japón como rival, en Qatar 2018, y en el alambre. En medio del último baile de una generación de ensueño que sobrevive en el Mundial con la vitola de subcampeón del mundo.
Apenas tuvo que aparecer decisivamente a lo largo del partido el portero del Dinamo. Solo en la prórroga, a un disparo de Kaoru Mitoma después de una gran acción individual. Lo mejor estaba por llegar.
Bajo palos, detuvo Livakovic los dos primeros tiros de Japón ejecutados por Takumi Minamino y Kaoru Mitoma y eso marcó la situación. Después, dejó sentenciado casi el partido cuando paró otro a Maya Yoshida.
Portero salvador y Croacia logró su objetivo. Atravesó los octavos de final y se citó con Brasil en cuartos. Sobrevive al límite el plantel balcánico que desde la Eurocopa del 2008 saca adelante todas sus eliminatorias en los grandes torneos con prórroga o penaltis. Sucedió en Rusia 2018, donde llegó a la final de la mano de Subasic. Ahora ha empezado la historia igual, con Livakovic, que fue su suplente, bajo los palos.
Santiago Aparicio