Buenos Aires, 17 dic (EFE).- "El fútbol está en deuda con Leo", afirma sin ambages Diego Schwarzstein, natural de Rosario, como Messi. Y lo dice porque así lo cree, no por ser paisano suyo o por haberse cruzado en su camino cuando el capitán de la Albiceleste era apenas un chico de 10 años con problemas de crecimiento.
Lejos de los focos que hoy rodean a Lionel Messi, uno de los mejores futbolistas de la historia -consideraciones aparte sobre su juego, es difícil igualar su palmarés en una de las más brillantes versiones del Barcelona que se recuerdan-, este endocrinólogo conoce los obstáculos de su camino hasta el Olimpo del fútbol, en el que este domingo podría alcanzar un lugar legendario.
Lionel Andrés 'La Pulga' Messi Cuccittini, líder de la selección argentina de fútbol y estrella del París Saint Germain francés, como lo fue durante 17 años del conjunto catalán, mide 1,70 metros, pero estaba condenado a medir entre 10 y 15 centímetros menos.
"Leo tiene tanta calidad futbolística que creo que habría podido ser profesional incluso midiendo 1,50, porque realmente es un crack", declara a EFE el médico que le diagnosticó en 1997 el déficit en la hormona del crecimiento cuando militaba en las categorías inferiores del Newell's Old Boys.
Según relata Schwarzstein, a su consulta llegó de parte de la entidad un chico "con la referencia de que era el mejor de las divisiones inferiores, la promesa del club", pero que era "demasiado pequeño" y debía intentar superar "aquella limitación".
"No le estamos dando a los chicos una ventaja, sino superar una desventaja", comenta para referirse a la diagnosis del caso que, como el de otros jóvenes con problemas similares, debió afrontar con un tratamiento "muy caro", que puede promediar entre 1000 y 1200 euros por mes, un coste "fuera (del alcance) del 99 % de las familias argentinas".
Y, aunque la intervención del Barcelona fue crucial para completar su tratamiento y su formación futbolística, este médico recuerda que "el 80 % lo hizo acá en Argentina"; no obstante, se queja de que su exequipo "no fue muy generoso" y que River Plate, cuando tuvo la oportunidad de ficharlo, le pidió llegar "con pase libre" para evitar "conflicto" con Newell's Old Boys, cosa a la que "no accedió".
ADMIRACIONES CRUZADAS
Schwarzstein confiesa que, aunque su vínculo con Messi "no es de amistad", sí lo es "de afecto", por la "buena relación médico-paciente" que se generó entre ellos y ahora, aclara, "de admiración" por la magia que despliega en los terrenos de juego.
"Él alguna vez me habrá mirado para arriba (como el médico que le estaba ayudando) y hoy yo lo miro para arriba y digo: 'este tipo es el mejor jugador de fútbol del mundo y está por ganar un Mundial'", exclama orgulloso.
Aunque aclara que, de no ser él, "algún otro lo hubiera hecho", idéntico sentimiento muestra cuando se le consulta sobre si ese diagnóstico temprano marcó la carrera profesional de Messi.
"Me tocó a mí y se lo agradezco al destino que me puso en el lugar justo con la persona justa y tuve la suerte de conocer y ayudar a crecer a quien se terminó transformando en el mejor futbolista del mundo", asevera.
Incapaz de establecer la recurrente comparación entre Diego Armando Maradona y Lionel Messi por tratarse de "dos monstruos en dos momentos distintos", este endocrinólogo amante del fútbol -"no juego tan bien como él", bromea- y vinculado a otros jugadores y técnicos rosarinos expresa que ambos "dieron enormes alegrías" y sueña con que el domingo llegue "una más".
En su opinión, la Albiceleste que dirige Lionel Scaloni "ha sabido transmitir de adentro para afuera una mancomunión" y "unas ganas de que le vaya bien" que ha conseguido "unir" a los argentinos, que viven "peleados siempre por algo".
"Necesitamos una satisfacción", agrega el doctor rosarino, quien reitera la "sensación de unión, de armonía" que muestra la selección de Argentina que, este domingo y ante Francia, pugnará en su sexta final mundialista por alcanzar su tercera estrella, después de las de 1978 y 1986.
Y considera que "mucha gente, incluso no argentinos, quiere que esta selección gane el domingo por Leo, es como el broche de su carrera", porque opina que "juega al fútbol como si fuera un dios".
Schwarzstein y su esposa se pondrán "un poco nerviosos" a las doce menos cuarto (14.45 GMT) de este domingo, pero dice que tiene "confianza en los jugadores" y, sobre todo, desea que "la estrella del partido" sea su admirado Leo, el mejor futbolista del mundo al que alguna vez ayudó a crecer.
Concepción M. Moreno