Míchel y aquella selección de Luis Suárez en Italia aguantó mucha tralla. Con esa elección de Míchel, apareció el fútbol moderno. Hasta entonces, se ilustraban las alineaciones del 1 al 11. Así que Luis Enrique, en honor a Míchel, su gran amigo, al que apadrinó en su aterrizaje en el Real Madrid, le echó coraje y se puso el 21 en el Mundial de EEUU`94. Heredó su dorsal. Y la hemeroteca lo pone de relieve recordando el codazo de Tassotti, y con su camiseta blanca bañada en sangre.
Luego lo puso de moda David Villa y más tarde lo elevó a los altares David Silva en Sudáfrica 2010 levantando el 'troncho', como define en argot de vestuario a la dorada Copa del mundo. Pero, el 21 es un emblema especial para Luis Enrique.
Son dígitos asociados a la rebeldía, al coraje, al vigor, a la energía. Muy de Lucho. Por eso Luis Enrique seguro que sintió un orgullo especial en ver como Dani Olmo se vistió de crack para tumbar a Costa Rica en el debut del Mundial en Qatar. Soldado leal al técnico asturiano, Dani Olmo llegó justo al Mundial tras una lesión grave y en el Leizpig se ha ganado su sitio en el fútbol europeo.
España debutó a lo grande. En estadio espectacular. El Al Thumama es un canto a la vangardia, un escenario de fuste. En su hermoso diseño ha participado un estudio de arquitectura español, Fenwick & Iribarren, con sede en Alcobendas (Madrid), que dio suerte a un equipo joven sub ´21 de mitad de campo hacia arriba y experto atrás.
Luis Enrique probó con dos jugadores del Manchester City atrás. Rodri y Laporte. Un zurdo sólo. Mejor así. No tuvieron noticias de Costa Rica, una selección muy débil, con un referente como Keylor Navas, abrumado por el festival de España. Se infló Gavi en el pase interior; se hartó Jordi Alba de trazar diagonales; y Marco Asensio, de falso nueve, fue un puñal, con Ferran letal.
España durmió como un niño pequeño. Era obligatorio ganar tras la gesta de Japón a Alemania, justo antes del debut de España en el grupo. Ferran (2), Asensio, Olmo y Morata vieron puerta. Es la carta a los Reyes Magos de todo seleccionador en un Mundial. Que marquen los cuatro delanteros. Final feliz. Y como retumbaba la archifamosa canción de Rafael por los altavoces del estadio, cada vez que vacunaba España, fue su 'gran noche'.
Luis Villarejo