Río de Janeiro, 2 dic (EFE).- Brasil intentó adelantar el fin de semana desde la tarde de este viernes con una fiesta que comenzó entusiasta al mediodía y que terminó aguada tras la derrota de la Canarinha ante Camerún.
De nada valió la clasificación anticipada de su selección a la próxima fase como líder de grupo en la cita en Qatar, ya que la afición, reunida frente a pantallas gigantes en las diferentes ciudades del país, salió frustrada con el traspié.
El resultado dejó aburrido a un Brasil que estaba celebrando por adelantado un triunfo de la selección que esperaba como seguro y que la habría dejado como la única en no encajar goles en la primera fase.
Los esfuerzos de Martinelli y Rodrygo no se vieron en la red y fueron sufridos por los aficionados que soñaban con pasar invictos y triunfales a la siguiente etapa del Mundial.
En el Largo da Prainha, un turístico sitio en pleno centro de Río de Janeiro, un millar de hinchas sufrió el encuentro bajo 40 sofocantes grados de calor.
El lugar, un espacio de unos 600 metros cuadrados que se levanta donde dos siglos atrás solo había arena y mar, estaba a reventar con los aficionados ansiosos por festejar, especialmente porque el partido coincidió con el Día de la Samba.
Desde el mediodía, cariocas y turistas de todas las edades no escatimaban cerveza para calmar la sed y para entrar en ambiente futbolero alrededor de una pantalla gigante montada en el lugar para la ocasión.
La plaza se pintó de amarillo con casi toda la multitud vistiendo la camiseta de la selección para hacer fuerza por el Brasil que daban como vencedor.
En un encuentro, en su mayor parte aburrido, la fiesta no cesó hasta el final del partido, cuando varios abandonaron el lugar y otros tantos se quedaron allí para 'ahogar' las penas, pese a la clasificación.
Al fin y al cabo en tarde de viernes cualquier excusa es válida para festejar. EFE
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